¿Sábias que mientras más jovenes empecemos a comprar una marca, será más probable que la continuemos usando en los siguientes años?
A menudo, nuestra preferencia adulta por ciertas marcas gira alrededor de nuestra nostalgia por las marcas que usabamos cuando eramos niños.
Los profesionales del marketing se aseguran de que usemos de manera inconsciente la marca con los cálidos recuerdos del hogar y la familia. Esta es la razón por la que muchas marcas estan creando versiones en miniatura para niños, e incluso para bebés, de sus productos para adultos.
La nostalgia es uno de los persuasores ocultos más efectivos que existen y que las marcas usan de todas las formas posibles para lavarnos el cerebro.
Por ejemplo Apple es una marca favotita de los niños, ofreciendo todo tipo de aplicaciones amigables con ellos. Por supuesto que estas aplicaciones son una bendición para muchos padres cansados, pues mantienen ocupados a los niños por un largo tiempo. Pero también es una de las muchas estrategias sigilosas de Apple para reclutar a la próxima generación de clientes.
En una encuesta realizada en Estados Unidos a 2035 niños y adultos, se encontra que el 53 por ciento de los adultos y el 56 por ciento de los adolescentes, utilizan marcas que les recordaban su infancia.
Esto explica por qué los niños menores de tres años representan un mercado de aproximadamente 20 mil millones de dólares para los publicistas, los mismos niños que cada año ven más o menos 40 mil comerciales en televisión.
Así es, a los 3 meses de nacidos, el 40 por ciento de todos los niños entán viendo medios de comunicación, regularmente por la televisión. Y cuando éstos tienen dos años, la cifra aumenta al 90 por ciento.
Allen Kanner, un reconocido psicologo infantil del Instituto Wrigth en Berkeler, California señalo: “estudios recientes han demostrado que cuando los niños norteamericanos cumplen 36 meses de nacidos, reconocen un promedio de 100 logotipos de marcas”.
Esta es la influencia que las marcas tienen sobre nosotros, y ellos lo tienen muy claro.
Fuente: Lindsrtom Martin, Brand Washed