¿Cómo innovan las comunidades? La transformación social y la disrupción tecnológica (tecnología de bajo presupuesto), obliga a las personas a adaptar sus modos de vida, sus expectativas y sus formas de relación. En los últimos 200 años ser empleado ha sido una manera de contar con un soporte y una estabilidad en el proyecto de vida. Sin embargo este modelo olvidó el componente emocional y, de algún modo, ha ido limitando el espíritu creativo e innovador del ser humano: el deseo de crear “cosas nuevas”, de emprender proyectos, de exploración de nuevos territorios geográficos o intelectuales.
Las comunidades son ahora “de elección” dado que los participantes deciden libremente incorporarse a ellas. Para que estas nuevas comunidades adquieran un significado pleno y sean totalmente operativas deben compartir cuatro aspectos básicos:
– Objetivos: comparten problemas y la razón de la pertenencia y participación en ellas es afrontar esos retos y alcanzar soluciones.
– Trabajo: comparten métodos para organizar colectivamente el trabajo.
– Gobernanza: comparten reglas que permiten hacer operativo su funcionamiento al permitir que la toma de decisiones y su deliberación sea efectiva.
– Tecnología: comparten plataformas digitales que facilitan el trabajo y la gobernanza sin la necesidad de contar con una estructura formalizada.